La asamblea de vecinos de garrido se forma el
26 de Agosto del 2014 como consecuencia del inminente comienzo de las obras de
un parking subterráneo debajo del parque de Garrido. Durante los primeros últimos días de agosto y
primeros días de septiembre se celebran espontáneamente numerosas y nutridas
asambleas bajo el templete del parque.
Un lugar al que llegan personas preocupadas por la amenaza que supone
para la salud del barrio la desaparición de un parque tan emblemático y
querido. Sin embargo, tras varias
semanas de deliberación y toma de decisiones, siempre por consenso (aquí no se
vota), se valla todo el perímetro del parque.
Desde entonces se suceden momentos de tensión debido a un aumento de la
presencia policial en el barrio que no hace sino incitarnos a una mayor
determinación. Se conforman procesos de
financiación popular para imprimir octavillas y carteles. Una información que no existía y que la mayor
parte de los vecinos desconocían. Para
ello, día y noche se distribuye información sobre los prejuicios del parking
para el barrio y la ciudad de Salamanca en comercios, escuelas, bibliotecas,
bares y, por supuesto, en la calle.
.jpg)

Las razones y la reivindicación de la
asamblea adquieren también notoriedad en las redes sociales. Aún a pesar de resortes publicitarios y
económicos de algunos medios locales que no han informado correctamente de
nuestro quehacer y, en algunos casos, hasta premeditadamente, logramos que
muchos otros traten las noticias adecuadamente según se suceden los días.
Tenemos incluso que destacar la huelga de hambre de una de las personas
involucrada en la asamblea, la resistencia de otro vecino durante toda una
jornada subido a uno de los columpios del parque o la paralización de las obras
durante varias jornadas gracias a la valentía y arrojo de numerosos vecinos
que, mediante barreras humanas, obstaculizaron la entrada de la
maquinaria.
El movimiento vecinal toma cuerpo y el
consistorio -proclive a la obra- refuerza aún más la presencia policial en el barrio,
activando además su maquinaria mediática.
Ningún partido con representación en el Ayuntamiento nos apoya. De hecho, todos ellos firman meses antes el
permiso de obra sin consenso y sin una consulta ciudadana. El alcalde de todos los salmantinos llega a
afirmar públicamente que en la asamblea “no hay gente del barrio”. Nosotros nos
preguntamos qué haríamos si tuviéramos que defender la integridad de cualquier
otro espacio público de la ciudad. ¿Quedarnos en casa porque no es nuestro barrio?
Es finalmente el día 30 se septiembre cuando,
bajo un fuerte cordón policial, las excavadoras entran definitivamente en el
parque y comienzan a desmantelarlo. Es
simbólico el momento en el cuál cae el templete, tal vez uno de los símbolos
del parque y también de la asamblea que, durante semanas, había cobijado a los
vecinos y vecinas del barrio de Garrido y, en general, de toda Salamanca. Tras estos hechos se obstaculizó nuevamente
la entrada de las excavadoras a la obra pero, para cuando quisimos darnos
cuenta, el parque había desaparecido.
Tras la desaparición del mobiliario, también despareció el
arbolado. Un arbolado que se taló sin
escrúpulos. Otros ejemplares corrieron
mejor suerte y supuestamente malviven a la espera de volver al parque. Cuestión que arroja más dudas que certezas
viendo cómo los arrancaron y se los mal llevaron.

Tras la desaparición del parque, la estrategia
de la asamblea se reorienta tomando fuerza las ideas de que además del parque
hay muchas cosas por hacer en Garrido.
Ante la desaparición de los referentes asociativos del barrio durante el
conflicto y sometidos a una clara parcialidad pro institucional, urge además
tomar como referente a la propia asamblea y reemprender el camino de
reivindicación ciudadana. Un camino
que, además de tener muy presente cómo inexplicablemente desaparece un parque
de más de 40 años de historia y anclado en el recuerdo y la retina de miles de
jóvenes que allí jugaron y, en definitiva, crecieron, abre un amplio abanico de
posibilidades y acciones en el barrio más populoso de Salamanca. Como si del mejor guion de verano azul se
tratase, después del final del verano, seguimos movilizando a personas, contagiando entusiasmo y
compartiendo tiempo juntos para hacer barrio.
Somos jóvenes estudiantes, jóvenes universitarios, trabajadores,
personas en paro, padres y madres de familia, niños, abuelas y abuelos, los que
seguimos creyendo que Garrido se merece un futuro mejor y al que todos podamos
aportar nuestro granito de arena.
Entendemos además, que una de las principales causas del conflicto del
parking de Garrido ha sido la nula participación ciudadana, bien por un
descrédito de y hacia la clase política salmantina, bien por la mermada memoria
histórica en un barrio que paradójicamente dio mucho de qué hablar en el pasado
reciente.
Nosotros no estamos dispuestos a aceptar que
se legitime la mal entendida “modernidad” enmascarada bajo la sospechosa
relación entre el ayuntamiento de Salamanca y determinados sectores
empresariales de nuestra ciudad. Nos
incomoda además que nuestro ayuntamiento regalase a una empresa privada el
subsuelo (también público) de Garrido por la módica cantidad de 475.000 euros.
También nos molesta que la empresa concesionaria tenga una trayectoria para
nada ejemplar y que, a día de hoy, sigamos sin saber si realmente se han
vendido plazas suficientes como para amortizar el proyecto. Insistimos en la inviabilidad del proyecto
cuando hay decenas, sino centenares de garajes a pie de calle en alquiler y en
venta.

En cualquier caso, nuestro empeño es seguir
trabajando por el barrio. De modo horizontal y asambleario. Todas las personas
que quieran, de igual a igual, pueden participar siempre y cuando vengan en
representación anclado en otros tiempos.
Nuestra independencia es nuestro mejor aval y nuestro ánimo es defender
el barrio entre todos. El modelo
delegacionista de asociación vecinal ha demostrado estar caduco y es hora que
entre todos contagiemos el entusiasmo para un nuevo barrio. Sin sesgos, sin trampantojos, sin liderazgos
personalistas. Nos autofinanciamos y por
eso no dependemos de ningún ente o subterfugio que nos pueda determinar o
mediar en la defensa del barrio.

Vamos a exigir derechos y deberes sea cual sea
el signo del consistorio y rechazamos los modelos asociativos ligados a siglas
políticas por muy avanzados que sean.
Por eso, desacreditamos cualquier tipo de representatividad institucional
y colectiva con intereses partidarios y suscritos a objetivos ligados al poder
sobre la ciudanía. Así, mostraremos siempre
recelos frente a aquellos foros en los que prime lo institucional, aún con los
epígrafes de participación ciudadana. Un aparatado, este último, el de la
participación ciudadana para nada practicado en nuestra ciudad según sus
preceptos y bases fundamentales: la capacidad de decisión.
Somos personas normales y corrientes que, como
todo el mundo, aspiramos a vivir mejor.
En ese camino entendemos que valores como la solidaridad, la igualdad,
la necesidad de mayor cohesión social, el imprescindible tejido asociativo o la
dignidad de los trabajadores, son un aliciente imprescindible y un estímulo que
siempre defenderemos. Lejos de creer
que lo vamos a hacer bien, al menos
queremos intentarlo. Deseamos
compartirlo además con cuantas más personas mejor.
¡Garrido puede! ¿y tú?